El Punto Fugitivo
Esta es una historia de tipografías. Había
muchas de ellas, había delgadas, como la l y la i, quién para diferenciarse
usaba un gorrito.
Había gordas, como la O, la G, la C y la Q, quienes disfrutaban de conversar y cuchichear entre ellas sobre el clima, el estado físico de otras letras, y de la ropa. Habían letras que aparecían rara vez, pero eran siempre bienvenidas, ya que eran muy simpáticas, y se llevaban muy bien con las letras más comunes, ellas eran la Ñ, la & y la Ç. Pero no sólo habían letras, también habían números, a quienes nadie se atrevía molestar, ni siquiera las traviesas letras Z, J, Ñ, X, W y K, ya que ellos eran muy serios, y tenían mucho poder en el gobierno. Sin embargo, no sólo habían letras y números, también habían símbolos. Estaban los guiones, las comas, los paréntesis, los puntos, y un largo etcétera. Todas ellas vivían felices sobre el papel, quién las albergaba y las cuidaba de que no fueran borradas. Pero había alguien que no era feliz, quería serlo, pero no podía, observaba a las demás con envidia, y deseaba que su suerte fuera otra, que la tinta se hubiera corrido para convertirse en coma, o que hubiera caído una gota arriba, para convertirse en dos puntos, pero no. Él era el punto final.
Había gordas, como la O, la G, la C y la Q, quienes disfrutaban de conversar y cuchichear entre ellas sobre el clima, el estado físico de otras letras, y de la ropa. Habían letras que aparecían rara vez, pero eran siempre bienvenidas, ya que eran muy simpáticas, y se llevaban muy bien con las letras más comunes, ellas eran la Ñ, la & y la Ç. Pero no sólo habían letras, también habían números, a quienes nadie se atrevía molestar, ni siquiera las traviesas letras Z, J, Ñ, X, W y K, ya que ellos eran muy serios, y tenían mucho poder en el gobierno. Sin embargo, no sólo habían letras y números, también habían símbolos. Estaban los guiones, las comas, los paréntesis, los puntos, y un largo etcétera. Todas ellas vivían felices sobre el papel, quién las albergaba y las cuidaba de que no fueran borradas. Pero había alguien que no era feliz, quería serlo, pero no podía, observaba a las demás con envidia, y deseaba que su suerte fuera otra, que la tinta se hubiera corrido para convertirse en coma, o que hubiera caído una gota arriba, para convertirse en dos puntos, pero no. Él era el punto final.
Nadie se dio cuenta que el punto final era
un punto infeliz, hasta el momento en que el papel se dio cuenta de que un
humano se aproximaba a leerlos. El papel avisó a los números, y el 1 intentó
organizar el texto, sin embargo, nadie lo escuchó. El 1, enojado, llamó a los
demás números, y juntos, formando el número 1234567890, lograron ser
escuchados. Las letras comenzaron a formarse, partiendo por las vocales,
quienes eran las más obedientes, luego las consonantes, comenzando por la S, R,
N, D, L y C, y finalmente las letras Z, J, Ñ, X, W, K que eran las más
rebeldes, ya que aparecen mucho menos. Finalmente se incorporaron los símbolos,
los guiones, las comas, los paréntesis, las comillas, los puntos...
-¡ALTO! -Dijo 123456789, que estaba
contándolos y los números no le calzaban -¡ALGUIEN FALTA, IDENTIFÍQUENLO!
Las letras se miraban entre ellas, las
vocales le echaron la culpa a las consonantes, ellas, enojadas, comenzaron a
provocar disturbios; la O se enojó con sus amigas G, C y Q; La l ya no quería
saber nada de la i, los símbolos intentaban contener a las letras y los
paréntesis apenas aguantaban, hasta que una Z, que estaba al final de todos,
mirando como peleaban, intervino diciendo:
-¡Yo sé quién falta! - Todos se quedaron en
silencio, observándola- A mi lado solía haber un punto, pero ya no lo veo...
Cabe destacar que el tiempo para las letras
pasa de forma distinta a como pasa para nosotros. ¿Te ha pasado que, cuando
lees, el tiempo pasa más lento o más rápido, dependiendo de lo ameno de la
lectura? Es porque ellas no usan el tiempo como nosotros, no lo necesitan. El
que lo siente, es el humano que las lee. Dentro de un texto, se pueden
encontrar mundos inmensos, en los que el humano se puede perder y aparecer
muchas horas después en el mismo lugar, sin darse cuenta. Si has leído unos
cuantos libros, probablemente te sucedió.
¿Un punto?- preguntó 123456789- ¡Puntos,
vengan acá!
Los puntos corrieron y se alinearon para
escuchar a 123456789.
-¿Cuál de ustedes falta?
Los puntos se miraban, y no sabían
responder, ya que entre todos ellos se veían iguales, hasta que se dieron
cuenta, que precisamente, faltaba el que era distinto.
-El Punto Final- dijeron los puntos, con
miedo.
-¿Alguien sabe dónde está?- preguntó
123456789 a todos, quienes se miraban preguntándose qué había pasado con él,
hasta que la Z, luego de hacer memoria, recordó algo:
-Yo lo escuché decir que estaba aburrido de
ser quién era y que se quería ir, pero nunca pensé que de verdad lo iba a
hacer.
Un cuchicheo se comenzó a escuchar, todas
las letras comentando acerca del Punto Final, quien nunca había sido
protagonista de un tema tan comentado. Por primera vez estaba en boca de todos.
-Está bien, deben ir a buscarlo. Irá la Z,
una coma, la E, la I, y yo –dijo 1, desprendiéndose de los demás.
El grupo se preparó para ir a buscar al
punto, ya que como no sabían dónde estaba, debían prepararse para cualquier
eventualidad. Comenzaron a caminar, sin dirección específica, pero siempre
buscando los bordes del papel, que era donde no había tipografías, y ahí podría
estar eventualmente el Punto Final, que seguramente estaría buscando un lugar
para estar solo.
Luego de caminar incesantemente por casi todo el borde sin ver
nada, llegaron a un punto en que comenzaron a divisar algo. Se alegraron
pensando que por fin habían encontrado al Punto Final, pero se dieron cuenta
que en realidad era un número.
-¡Hola!- dijo el número – ¡rara vez tengo
visitas! ¡Y ya he tenido dos juntas! Pero ustedes deberían estar en otra parte,
la piel del humano ya está por tocar el papel. ¿Por qué vienen a mis tierras?
-¡Ah! Tú debes ser el número de página,
andamos en búsqueda de un punto, y como bien dices, ya deberíamos estar en
nuestro lugar, pero no podemos irnos sin él- dijo el 1.
-Bueno, hace un rato pasó un punto en esa
dirección-dijo el número (que por cierto, era un 2, pero uno diferente al que
estaba unido al 1, ya que los números de páginas deben quedarse a hacer guardia
siempre) apuntando- y no lo he visto volver, tal vez si van allá lo encuentren.
Luego de agradecerle, siguieron su camino,
hasta que finalmente, al borde de la última fibra de papel, encontraron al
punto, mirando hacia el infinito.
¿HAY ALGÚN OTRO PUNTO FINAL QUE ME
ESCUCHE?- gritaba el Punto, en dirección a otros textos, que se veían a lo
lejos- Creo que definitivamente estoy solo…- Dijo mientras se sentaba.
¿Eh?, ¿Qué hacen ustedes acá?- preguntó
luego de darse cuenta que personajes tan destacados, como la Z, la E, la I y el
1 estaban acercándose a él.
-Venimos a buscarte-dijo el 1 con
seguridad- Necesitamos que vuelvas, ¿por qué te fuiste?
-¡Oh!, mi vida es desdichada, odio mi
naturaleza, mi existencia solo trae muerte-decía el Punto Final, con una
expresión de profunda tristeza- Por mi culpa el texto se termina, se acaban las
ideas, se acaban los universos, soy como una supernova, extingo la vida, aunque
yo no quiero, pero es mi naturaleza, y no puedo evitarlo. Por eso, he decidido
irme y comenzar una revolución de puntos… pensaba en formar un libro compuesto
sólo por puntos.
Punto Final- dijo la Z- tú no eres nada de
eso. Tú eres parte del texto, al igual que nosotros, eres tan importante como
cualquier otra tipografía. Hay algunos más usados, otros menos usados, pero
todos tienen su importancia, y su objetivo al existir. El texto no tendría
sentido sin ti, además, el texto termina porque las ideas se acaban y no se
necesita más, el universo ya está casi completo, sólo falta algo que sólo tú
puedes hacer, que es terminar el texto. Luego de esto, el universo sigue
existiendo… existe en la mente del humano que lo leyó y que lo recuerda, y
existe en nosotros mismos que estamos dispuestos a entregárselo a cualquiera
que nos lea. Como ves, nunca perecemos, es un ciclo infinito, pero que no está
completo sin ti.
El Punto Final se larga a llorar, nunca
había visto de ese punto de vista su existencia, y nunca se había sentido tan
importante. Por fin se dio cuenta que él en realidad tenía un valor altísimo,
pero que se subestimaba, pensando que todo era su culpa.
El Punto volvió a su lugar, junto con la Z,
la E, la I y el 1, justo a tiempo para que el humano comenzara a leer, sin que
se diera cuenta de que había algo extraño.
Curiosamente, esta historia ocurrió en este
mismo texto, y como puedes ver, el punto final está acá, muy feliz.
Me encanta este cuento, simpático y muy emotivo.
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